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Consumo

10 CLAVES PARA UN CONSUMO RESPONSABLE

Unos hábitos de compra y consumo más éticos, ecológicos y solidarios reducen su impacto medioambiental y social


¿Qué compramos? ¿Para qué lo hacemos? ¿Dónde lo adquirimos? El consumo y los hábitos de las personas en torno a ello están relacionados con la conservación de la naturaleza y la igualdad social. Consumir de forma responsable y solidaria supone tener en cuenta variables más allá del precio y la calidad, como las consecuencias medioambientales y sociales. Os proponemos 10 claves y propuestas para comprar de forma más solidaria y responsable, entre ellas, buscar información del producto y su modo de producción o decir “no” al desperdicio de alimentos.
¿Qué es el consumo responsable y solidario?
Consumo responsable implica consumir menos eligiendo solo lo necesario y sin dejarse llevar por el impacto publicitario y la generación de necesidades que este provoca. Más allá de escoger los productos y servicios en base a su calidad y precio, es conveniente tener en cuenta los criterios ambientales, sociales y éticos de las empresas que los elaboran.
El consumo responsable implica pensar en los efectos que tiene la compra de ciertos productos en la sociedad y en el medio ambiente

En sectores como el textil, es conocido que algunas compañías contribuyen al trabajo esclavo en países asiáticos, contratando a niñas y adolescentes en ambientes insalubres, sin contrato y sin derechos básicos como la prestación económica en caso de enfermedad o la afiliación sindical.
Pero la responsabilidad no solo queda en manos de las empresas: los consumidores tienen el poder de favorecer un consumo más ético y solidario. Para ello, se ha de pensar en los efectos que tiene la compra de ciertos productos en la sociedad y en el medio ambiente, conociendo cómo han sido los procesos de elaboración, materiales con los que se fabrican y su impacto en el entorno.

5 Claves para una compra responsable

1. Algunas preguntas antes de consumir. ¿Necesito lo que quiero comprar? ¿Es una compra compulsiva? ¿Cuántos tengo ya? ¿Cuánto lo usaré? ¿Cuánto me durará? Lo mismo habría que cuestionarse al hacer la compra semanal para evitar el desperdicio de alimentos.
2. Pensar en el tipo de comercio al que se quiere favorecer. Siempre es mejor consumir productos de proximidad, ecológicos o de comercio justo, productos naturales y productos reciclados son las mejores opciones medioambientales y sociales.
3. Preguntar acerca del producto y sobre las repercusiones sociales y medioambientales durante su fabricación. Está en su derecho de pedir información. No olvide que detrás de cada producto hay personas y familias que lo elaboran. También hay diferentes formas de producción que contribuyen a preservar la naturaleza.
4. Buscar alternativas que minimicen la explotación de los recursos naturales, que le permitan ahorrar y ser ecológico. Entre otras están el consumo colaborativo, los intercambios, la compra de segunda mano, la reparación o la reutilización.
5. Hacer un buen mantenimiento de las cosas y, al terminar su vida útil, tenga en cuenta las posibilidades de reciclar los materiales de los que están hechas.

5 Propuestas solidarias para un consumo solidario

1. No al desperdicio de alimentos. Según la Comisión Europea, cada año se desaprovechan más de 1.300 millones de toneladas de alimentos en todo el mundo. Esta realidad se podría evitar si los hábitos de compra y consumo fuesen más comprometidos. #ComparteLoQueImporta es la campaña de Manos Unidas, iniciada hace tres años, que reclama mayor acceso a los alimentos, una producción más sostenible y propuestas contra la pérdida y el desperdicio de alimentos.
2. Exigir transparencia a las principales marcas de calzado y empresas textiles para que cumplan los derechos laborales. La Campaña Ropa Limpia puesta en marcha por Setem busca colaboradores que hagan llegar sus mensajes y reivindicaciones, firmas urgentes para presionar la toma de decisiones de algunas compañías textiles y donantes para mantener la campaña activa.
3. Comprar regalos para cambiar las cosas. Es la propuesta que hace medicusmundi con su original Mundibox, una caja de experiencias similar a las del mercado, con la novedad de que todas las actividades que ofrecen han sido donadas por empresas, ONG o personas voluntarias.
4. Consumir de una forma más ética. A través de la guía ‘Trucos para una vida eco-friendly’ que publica Oxfam Intermón, se puede aprender a ser un consumidor responsable, evitar el desperdicio alimentario y practicar un ocio sostenible.
5. Viajar de forma más sostenible, solidaria y alternativa. Se puede hacer turismo de la mano de entidades como Tumaini, que organiza viajes solidarios favoreciendo el encuentro entre personas voluntarias y recaudando a su vez dinero para proyectos educativos y medioambientales.

Fuente: Konsumer. Esther Camuñas

USO DE FECHAS DE CADUCIDAD Y CONSUMO PREFERENTE EN LOS ALIMENTOS

fecha-caducidad

Los fabricantes deben incluir la fecha de caducidad en los productos perecederos y la de consumo preferente en los que no lo son tanto. Una se refiere a seguridad y otra a calidad.

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Todos los productos perecederos deben llevar su fecha de caducidad, pero pocos van más allá de este dato. Hay productos que pueden consumirse aunque hayan superado su fecha de consumo preferente.

La fecha de caducidad se indica en productos que son muy perecederos y con riesgo microbiológico: carnes y pescados crudos y frescos, que duran pocos días y donde puede haber bacterias patógenas. Una vez pasa la fecha de caducidad, el producto no debe consumirse, ya que hay riesgos de que se encuentre en mal estado, estropeado y puede incluso ser peligroso por la presencia de bacterias patógenas.
Por su parte, la fecha de consumo preferente se aplica a productos bastante más duraderos y que son estables. Una vez pasada esta fecha pueden haber perdido parte de sus propiedades, como presentar un sabor algo rancio, tener menos aroma o que éste sea extraño, cambiar de textura, de color… pero no hay riesgo microbiológico.
No se pueden consumir productos que han superado su fecha de caducidad. Lo que se puede hacer si vemos que llega la fecha de caducidad y no los vamos a comer es congelarlos. Podemos hacerlo con carnes, pescados, incluso con el salmón ahumado, el jamón cocido…
Eso sí, al descongelar estos productos debemos consumirlos en menos de 24 horas. En estos productos con riesgos microbiológicos hay que tener siempre la precaución de cocinarlos adecuadamente: carnes picadas, carnes de pollo… El riesgo de que haya bacterias patógenas existe, y es mayor una vez superada la fecha, pero no hay tampoco garantías suficientes antes de su caducidad, ya que son alimentos crudos.
En cuanto a los platos preparados precocinados, si no lo vamos a consumir y se acerca su fecha de caducidad también admiten congelación. Es el caso de lasañas o pizzas, pero no los que contienen verduras, ya que se estropea mucho su textura. Una vez descongelados, estos productos deben ser de consumo inmediato.

DOS DENOMINACIONES

a) Se pueden consumir

Hay productos que sí podemos consumir aunque se haya superado su fecha. Este es el caso de los yogures, que pueden comerse aunque se haya superado en unos días la fecha de consumo preferente. No pasa nada, puede aumentar algo su acidez, pero no es nada peligroso, ya que la leche es pasteurizada.
Las galletas y los bollos que hayan superado la fecha de consumo preferente pueden estar algo más rancios, más secos, pero si los probamos y están bien, son cetiles.
Los aperitivos salados, las pastas secas, y los productos de ultramarinos en general también pueden tomarse. No pasa nada si se supera la caducidad en unos días o un mes, siempre que se prueben y tengan buen sabor. Lo mismo ocurre con los embutidos al vacío o en atmosferas modificadas, salvo en algunos casos, como en el del pavo o el jamón cocido. Al tener mucha agua, estos productos son más frágiles, mientras que los curados o quesos son más resistentes y se pueden comer aunque se pase un poco la fecha.
Las bebidas refrescantes y las alcohólicas si llevan fecha también pueden consumirse más tarde. Puede alterarse un poco el color o el sabor, algunas pierden dulzor porque los edulcorantes se pueden descomponer, pero no es peligroso. Se prueban, y si están bien, adelante.

b) Deben conservarse en condiciones óptimas

La fecha de caducidad depende mucho de cómo haya sido conservado el producto. La teoría es que se almacena en condiciones optimas, pero no siempre es así. Por lo tanto, algunos producto pueden tener mal sabor o color incluso antes de pasarse de fecha.
En otras ocasiones la fecha de caducidad e incluso la forma de conservación son elementos de marketing del producto y se ponen en función de las necesidades del fabricante. Los distribuidores tampoco son fiables.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) dispone también de vídeos sobre la caducidad de los alimentos y la organización de las compras.

 

Fuente: www.ocu.org

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